Pues sí era para procesos

 Hace poco subí una publicación a Instagram pidiendo opiniones sobre el acoso escolar, realidad que forma parte de los conflictos en el aula, pero de forma extrema. En esta publicación decía que las opiniones no las publicaría en el blog, pero me parecen interesantes algunos puntos de vista.

La mayoría de las personas coincidían en que es un tema complicado, que desde el punto de vista del profesor tratar de erradicarlo es tarea casi imposible y que, dependiendo del caso, la forma de actuar cambia. Estoy de acuerdo con ellos: los recursos son limitados para poder tratar la situación, pero no significa que debamos quedarnos de brazos cruzados. Lo importante del acoso escolar es que no son casos aislados, sino recurrentes y, en muchas ocasiones, el modo de actuar del acosador y del acosado es rutinario. Sabiendo esto, actuar desde la psicología y la pedagogía no debería complicarse.

Me llamó la atención de una persona en particular, de la cual no diré el nombre, pero sé que está en algún grupo de este máster. Ella me decía que no se puede hacer nada, pues está demostrado estadísticamente que estos alumnos (mal denominados «rechazados»), cuando cambian de centro, vuelven a experimentar el infierno que sufrieron.

La cuestión es, ¿hay que llegar al extremo en el que el alumno no aguante más y se cambie de centro? Rotundamente no. Cambiar de atmósfera es alimentar su miedo al rechazo.

Otra opinión muy sonada fue la de castigar al «matón» por no saber comportarse. Otro rotundo no a mi forma de ver las cosas. Castigar sin fundamente, solo porque le estás haciendo daño a no sé quién no mitiga la conducta ya que no se enseña las consecuencias de sus actos. No creo que los castigos funcionen en los casos de acoso escolar; sí creo que lo hagan la mediación, el seguimiento del caso, la indagación en la situación de las personas implicadas en el conflicto; la implicación de las familias... Todo ello considero necesario, aunque si recae en una sola figura docente es cuando puede salir mal.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Ese día no fui a clase

Educación en España (reflexión 2 y 3)

La función del docente (reflexión 6)