Quiero ser profe... o coach

En esta entrada se hablará sobre la figura del coach educativo, el tutor, el asesor, el orientador y, por qué no, del influencer.

El coach educativo, siguiendo la definición que dan en psicología y mente, es aquella persona que ayuda y coordina el aprendizaje de un alumno. Es decir, es un profesor, solo que la noción de autoridad entendida como hace veinte años queda al margen. Me parece interesante cómo en la actualidad se siguen buscando términos para lo nuevo: es cierto que un profesor se ve como una autoridad, pero, ¿es que un coach no la ejerce?

El tutor es algo parecido al coach educativo: sigue siendo un profesor, pero no guía en el aprendizaje académico, sino el vital. Es decir, un tutor se trata de una persona que coordina entre familias y escuelas, entre alumnos y familias o, incluso, entre el alumno y la propia vida. ¿Por qué? Bueno, los educadores también deben hacerse cargo de la responsabilidad de formar al individuo, pues cada vez es una tarea menos ligada al entorno familiar.

En una misma categoría podríamos englobar al asesor y al orientador, aunque el primero se parece bastante a la figura del tutor también. Ambos, asesor y orientador, utilizan estrategias pedagógicas para determinar el desarrollo del alumnado: el primero posee la tarea de asesorar en el ámbito académico y laboral, mientras que el segundo se centra más en el aspecto cognitivo y psicológico, aunque también ha de desempeñar funciones de orientación vocacional.

Por último, ¿qué pinta el influencer en la educación? Puede que no lo parezca, pero las redes sociales, aunque las vemos como el enemigo, realmente son una herramienta muy útil a la hora de enseñar. Suele hablarse de la prohibición de los móviles a los más jóvenes, de restricciones en la red dentro de las aulas o de castigos por una mala utilización. Bien, desde mi punto de vista, a quien habría que asesorar desde que tienen un bebé entre sus brazos es a los padres, pues nunca van a poder saber a ciencia cierta cómo es la navegación digital de sus hijos adolescentes; lo que sí pueden controlar son las enseñanzas: cuando se habla de responsabilidad, respeto, conciliación, etc. es cuando los jóvenes crean consciencia en las redes.

Así y todo, la labor del influencer es también tener en cuenta el tipo de audiencia a la que puede llegar (no es secreto de nadie que acceden a estadísticas que describen el tipo de público que consume su contenido). Si a ello le sumamos una correcta educación digital, la influencia (valga la redundancia) de estas personas sería mucho menos perjudicial para los más jóvenes.

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